Lic. Maria Graciela Ronanduano
La capacidad de
escucha del analista impone el deber de interpretar aquello que capta en la
transferencia al ir haciendo consciente lo inconsciente.
Difícil es tener
oídos para oír y voz para interpretar. También lo es comprender y descifrar.
Comunicar sin soslayar el mensaje es la labor y responsabilidad del analista en
el proceso de cura.
¿Nos preguntamos
por aquellas interpretaciones que no hicimos o no alcanzamos a hacer? Es
fundamental que cada interpretación logre despabilar tanto por el sentido que
transporta como por la experiencia del interior que suscita. La tarea analítica
de interpretar es un acto de despertar a quien se encuentra adormecido en su
síntoma en relación a lo que no entiende o ignora. El ser humano es incapaz de
formular su deseo en forma directa y para llegar a rescatarlo hay que proceder
como en el análisis de los sueños atravesando sus múltiples formas y
significados. Freud ha demostrado en sus casos que interpretar no es recrear lo
habitual cayendo en somnolencia, ni para el paciente “creer o aceptar lo que se
le dice” sino que la interpretación en sí misma mueve al paciente a hacerla
propia como verdadero producto y testimonio del trabajo analítico. Por esta
razón el análisis lejos de crear dependencia lleva al paciente a aprender por sí
mismo y a la re flexión. Tal como vemos paciente y analista no se reúnen para
recrear la ilusión de plenitud que siente el ser humano junto al otro
devolviéndolo al rebaño como ocurre con el discurso social sino despertando su
capacidad de darse cuenta.
Despertar al
analista de la responsabilidad de interpretar sin soslayar el mensaje que
recibe es el legado freudiano. Cuando y de qué modo se interpreta es librado al arte
del analista al ir descifrando y acomodando la herramienta en cada instante. La
amplitud y el alcance de la interpretación va desde el modelo de las
intervenciones de Freud con Dora para lograr una rectificación que relance el
trabajo resolviendo el obstáculo de transferencia hasta transportar al analista
a ser una pieza más dentro del mecanismo psíquico del paciente que permita reeditar
con exactitud y actualidad los hechos del pasado que gravitaron sobre él.
Esperar la
transferencia antes de interpretar es indispensable para no actuar por lo que
se cree suponer y por ser el lugar donde todo acontecer se legitima y verifica.
Existe una pasión humana de interpretar y reinterpretar a veces para avanzar,
para desviar la exactitud del significado y otras para pasar de un significado
a otro por puro juego de desplazamiento. Trabajar sobre la transferencia nos
permite salir de tal atolladero.
¿Qué
será de la interpretación al llegar a destino? En el interjuego de la
transferencia y la resistencia será doblemente vivida como aceptación y como
rechazo. Interpretar sin transferencia es fácil y superfluo pero ahoga el
trasfondo de la reserva inconsciente de la cual se espera para trabajar con el
eterno retorno del pasado reeditándose en lo actual.
Instalada la
transferencia es fundamental la labor de desciframiento que implica la
interpretación, porque en la praxis convergen un número complejo de
posibilidades combinatorias que llevan a diversas direcciones aunque sólo
sea un pequeño signo obtenido de éste modo será más rico que mil palabras.
Tal como para
poder captar en el libro de James Joyce “Finnegans Wake” que el título
lleva el texto cifrado de su contenido Finn, humilde albañil muere y en el
entierro unas gotas de whisky al caer sobre sus labios le devuelven a la vida.
¡Otra vez Finn se levanta y festeja con los suyos!! Dicho personaje ave fénix
moderno al que sólo alcanzan quienes acceden a decodificarlo y descifrarlo sin
pretender llegar por una simple lectura ya que no es ese el mensaje de la pluma
James Joyce.
El modo lógico
de combinatoria inconsciente es múltiple y no requiere solo de una modalidad de
lectura sino de la capacidad del analista para realizar un complejo
desciframiento del material como dice Bion “sin memoria y sin deseo”.
La regla
psicoanalítica es libre de impurezas por provenir del trabajo de enfrente mutuo
entre regiones vecinas (“gegen, einander,
uber”) entre el paciente y el analista, entre el asociar libremente y el
atender en atención parejamente flotante, entre consciente e inconsciente. Este
término
que Freud aplica escasamente usado se observa también en la obra de Goethe para
referirse a “Cielo e Infierno” como regiones diferentes no enfrentadas sino en
enfrente mutuo y también puede observarse entre “Realidad y Poesía” en la obra
de Mörike. Dicho término permite
ubicar la posición de cada uno desde su obligación y estructura en el trabajo
analítico en observancia de la regla y refleja un modo de permanecer en
contacto de proximidad ante magnitudes diferentes. Con la aplicación de la
regla psicoanalítica y el noble método, Freud nos ha llevado a la par de los
autores más lucidos y complejos de nuestros tiempos al invitarnos a aumentar
nuestra capacidad de abstracción para alcanzar niveles cada vez más
complejos al relacionar tanto las emociones como las múltiples cuestiones que
la mente del psicoanalista recibe y debe interpretar llegando en tiempo y
forma, a la vez que ha sido ejemplo de humanidad y sensibilidad frente al dolor
de las personas.
Si bien la
interpretación usa un número finito de palabras lo hace sobre una variedad
infinita de sensopercepciones que esperan ser reconocidas y evidencian la
complejidad de nuestra organización mental. Sabemos que el desciframiento es el
mayor alcance que tiene la interpretación en psicoanálisis aunque lleve al
silencio o conste de pocas palabras y solo se mide su efectividad por el “darse
cuenta”, signo inamovible del despertar.
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