Dr. Félix Giménez Noble
CULPA ES LA PALABRA QUE ELIGE EL YO PARA DAR CUENTA DE UN ACTO
QUE LO HA DAMNIFICADO. SE TRATA DE UNA INTERPRETACIÓN A LA MANERA DE LA
ELABORACIÓN SECUNDARIA YOICA EN EL TRABAJO DEL SUEÑO.
Un interrogante esencialmente humano.
La
necesidad inconsciente de castigo participaenla construcción detoda neurosis y
es una de las principales fuerzas que la estabilizan. Tanto la complejidad,
comola consolidación de los síntomas de la neurosis depende de lo intensa que
sea esa necesidad.[2]A
su vez, intensidad y alcance de dichanecesidad dependen del monto de
destructividad pulsional proveniente del super yo inconsciente; super yo que
hunde sus raíces en el ello. Pero¿A qué se debe y cómo se explica que el poder
que al super yo le da la inclinación a la vigilancia,[3]
mude en implacable severidad hacia el yo? Y, ¿En qué consiste, en suma, y cuál
es el propósito de tal agresión?
Las adquisiciones filogenéticas del ello
La filogenia es un acopio de repeticiones
regida por la compulsión que rige las necesidades pulsionales básicas de cada
individuo.[4]Las
pasiones que se reencarnen desde siempreserán: matar al padre, comerse a los hermanos
y ayuntarse con la madre. Dichos sedimentos de anteriores formaciones yoicas se
regeneran por medio de la fijación de las pulsiones a la represión, la cual se
repite en el individuo de cada generación y que da -en consecuencia-, la
disposición a reproducir un cuadro arcaico: la neurosis.
“En
“Inhibición, síntoma y angustia”, Freud vuelve nuestra atención sobre las
represiones, diciendo que “el factor fijador a la represión es la compulsión de
repetición del ello inconsciente”[5]Se
cae en la cuenta de que este componente del ello –la compulsión de repetición-
ha estado activo desde la fundación misma de lo psíquico: en su organización,
el yo inconsciente ha varado al ello en la fijación de las pulsiones. “Lo
reprimido (...) no es más que una parte del ello”.[6]
// En la entraña de las resistencias del yo está la compulsión de repetición.
Las resistencias, cuya configuración yoica cumple la función dinámica de
defender al yo del asedio de mociones pulsionales, son relativamente firmes
hacia el mundo exterior y hacia el porvenir, pero expugnables desde adentro,
desde un pasado actualizado en su fijación. Las mociones, que no pueden más que
obedecer a la compulsión de repetición, son las no fijadas, mientras que las
que han sido reprimidas, no es que no obedezcan, sino que en ellas no es tan
evidente porque obedecen menos debido a dos factores: el debilitamiento del
factor fijador - compulsión de repetición consumido en el cumplimiento de su
función - y la ligadura que la fijación conlleva.
Al
designar Freud a la compulsión de repetición del ello inconsciente como factor
pulsional responsable de la fijación a la represión constitutiva del aparato
psíquico, no sólo le concede un carácter constructivo para el individuo sino
también para la especie. Esta suerte de memoria ancestral encontraría en el
proceso de configuración del yo la oportunidad de producir una alteración,
intentando darle forma y tiempo a lo que no la tiene. Los yoes de la filogenia,
la especie en suma, improntando al individuo, la compulsión al Edipo acerca del
cual Freud le escribía a Fliess, los Schema congénitos por vía filogenética
procurando la colocación de las impresiones vitales, triunfantes sobre el
vivenciar individual. Yono quiere
incesto, pero ello sí.”[7]
Siendo
sus ascendientes las primeras investiduras del ello y la compulsión,[8]
el superyó nace destinado a ser continente de la tragedia edípica.
El
parricidio e incesto consecuente, en la filogenia, tiene fueros protectores.
Esos crímenes perviven desde siempre, desentendidos de cualquier legalidad. Es
quese trata de actos de yoes anteriores que -al devenir filogenéticos, resultan
incategorizables. Pero durante la génesis del superyó, la introyección de los
primeros objetos de las mociones libidinosas del ello, la pareja parental,
impone el peaje de la desexualización. Las intenciones pulsionales del ello
hacia el objeto-madre y el objeto-padre sufren un desarme: deponer las
investiduras sexual-incestuosas equivale areconocer su capacidad
criminosa.’Enterado’ del peligro,el yo se apodera de la severidad y la
inclinación al castigo de los objetos parentales que ha hecho suyos para darle
vida a una instancia moral capaz de evitar la tragedia. El superyó nace
entonces, ‘sabiendo de la escena trágico-incestuosa’ pero con la misión de
desconocerla, olvidarla, negarla o desmentirla. Por eso el aura que no lo
abandona, tiene figuración en la Ley del Talión, la consigna ineludible: -desde
‘daño por daño’, hasta ‘muerte por muerte’.
Pero…
No es fácil que los pacientes nos crean
Fabián
se fue a Europa y desapareció. No acudió a la sesión programada para su
regreso, no contestó los mensajes y durante más de dos meses no dio ‘señales de
vida’. Cuando retomó su análisis, me contó sus desventuras.
Apenas
vuelto al país, había contraído neumonía. Cuando avanzaba su restablecimiento,
se descubrió amarillo una mañana y las enzimas diagnosticaron virulenta
hepatitis. Tiempo después, al retomar los hábitos normales, perdió la billetera
con el total de su documentación.Detenido en un semáforo, mientras realizaba
las penosas gestiones para recobrar sus papeles y tarjetas, lo chocaron
violentamente de atrás. Terminó encarcelado en la comisaría a la que fue a
hacer la denuncia, por conducir sin licencia.No pudo concurrir a la sesión
siguiente por un esguince en el pie y un día antes del siguiente turno,
escribió: “Sumémosle sífilis al resto de las fatalidades.”
Gerardo, también de regreso de un viaje,
avisa que no puede retomar el análisis porque tuvo un ACV al llegar. Pocos días
después retoma sus sesiones y lo primero que hace es contar un sueño. El
análisis de ese sueño, sus vínculos con el ACV, así como
fragmentos de sesión con Fabián –a
propósito de sus fatalidades- serán presentados en el LV Symposium en
noviembre.
[1] “No es fácil que los pacientes nos crean cuando les
señalamos ese sentimiento inconciente de culpa. Saben demasiado bien de las
torturas (remordimiento) en que se exterioriza un sentimiento conciente de
culpa, una conciencia de culpa, y por eso no pueden admitir que albergarían en
su interior mociones de esa clase sin sentirlas para nada. Opino que, en cierta
medida daremos razón al veto de los pacientes si renunciamos a la denominación
“sentimiento inconciente de culpa” por lo demás incorrecta psicológicamente
(porque no corresponde llamar “inconcientes” a los sentimientos) y en cambio
hablamos de una “necesidad de castigo”(…) (1824)Freud,
S. Obras Completas, Amorrortu e. XIX, “El problema económico del masoquismo”
pág. 172
[2] “Ahora bien, descender de las primeras
investiduras de objeto del ello, y por tanto del complejo de Edipo (…) lo pone
en relación con las adquisiciones filogenéticas del ello y lo convierte en
reencarnación de anteriores formaciones yoicas, que han dejado sus sedimentos
en el ello. Por eso el superyó mantiene duradera afinidad con el ello, y puede
subrogarlo frente al yo. Se sumerge
profundamente en el ello, en razón de lo cual está más distanciado de la
conciencia que el yo.” (1923) Freud, S.
Obras Completas, Amorrortu e. XIX, “El yo y el ello” pág. 49
[3]“El superyó debe su génesis a que los
primeros objetos de las mociones libidinosas del ello, la pareja parental,
fueron introyectados en el yo, a raíz de lo cual el vínculo con ellos fue
desexualizado, experimentó un desvío de las metas sexuales directas. Sólo de
esta manera posibilitó la superación del complejo de Edipo. Ahora bien, el
superyó conservó caracteres esenciales de las personas introyectadas: su poder,
su severidad, su inclinación a la vigilancia y el castigo.”(1924)Freud, S. Obras Completas, Amorrortu e. XIX, “El problema
económico del masoquismo” pág. 172
[4]“La neurosis debe pues, en tanto la
represión ha triunfado en ella, reproducir un cuadro arcaico.” (1915) Freud. S. (inédito) “Panorama sobre
las neurosis de transferencia”.
[5](1926) Freud, S. Obras CompletasVolumen XX,
“Inhibición, síntoma y angustia” op. cit.,
p.144.
[6](1923) Freud, S. Obras Completas, Volumen XIX, “El yo y el ello” op. cit., p.26.
[7](2014)
Giménez Noble, F. eXel Publishing, “Compulsión de repetición”, Cap. 6, pág 91
[8]“La leyenda de Edipo captura una
compulsión {Zwäng} que cada quien
reconoce porque ha registrado en su interior la existencia de ella.” (1886)Freud, S. Obras Completas, Amorrortu
e. I, “Cartas a Fliess, carta 71, pág. 307
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